Fue un gran dia. Elaboración de cerveza y «la cochinada».
Una comida más que esperada por los miembros de la comunidad cervecera de Aranda de Duero donde se cocinaría durante toda la noche una pieza de «cochino».
Por la mañana, mientras este terminaba de asarse, se llevaría a cabo un taller de elaboracion de cerveza.
Por supuesto, como miembro de la comunidad y aficionado al rubio líquido, allí estaba desde que, a eso de las nueve de la mañana, encendimos los fuegos para calentar el agua.
El taller de elaboración de cerveza
Todo era muy casero. El taller iba a ser para muy pocos y se realizaría in situ en el mismo parque donde despues degustariamos el cochino asado.
Lo impartía César Benito, miembro de la comunidad cervecera arandina, cámara de televisión y Blogger junto a su pareja en Mundicolas.com
Haciendo cerveza
Calentamos el agua a unos 60/70°C en un barril de cerveza metálico ya preparado para ello por César con su tapa, grifo, manómetros y demás.
En realidad, casi todo el resto de utensilios necesarios también habían sido hechos artesanalmente por nuestro instructor.
Las maltas de cebada venían ya previamente molidas. Al ir a elaborarse una pale ale, no hizo falta tostarlas.
Macerando
El macerador, «muy de andar por casa», era una nevera de camping adaptada para la elaboración.
En su interior, unos filtros, y unas válvulas de salida a un grifo.
Añadimos despacito el agua desde el barril a «la nevera maceradora» y lo mezclamos con las maltas molidas creando algo parecido a un engrudo que, una vez ya bien empapado y lleno de agua el macerador, dejamos reposar un buen rato.
Filtrado
Pasado ese rato, media hora mas o menos para que las maltas soltasen sus azucares y jugos, comenzamos con el filtrado.
Abrimos el grifo de salida de nuestro particular macerador dejando caer muy despacio el líquido en una jarra que, una vez llena, devolvíamos a su origen.
Mientras caía el líquido, removiamos el engrudo de maltas para que soltase todo su jugo.
Este líquido saliente en nada se parecía a lo que seria nuestra cerveza final.
Su color era oscuro, sucio. César nos invitó a probarlo y solo sabia a lo que era, cereales, aunque ya tenia cierto dulzor.
Tras recircular el mosto varias veces a base de llenar y vaciar jarras en el mismo sitio, este se iba tornando ya de un color claro.
Este sería el color final de nuestra birra.
Cuando consideramos que estaba ya bastante filtrado vaciamos su contenido, unos 16 litros, de nuevo en el barril para proceder a su cocción.
Los restos de maltas que quedaron en «la nevera» fueron usados para alimentar a las aves del parque.
Cocción
De nuevo encendímos el fuego para calentar, ahora si, nuestro mosto de cerveza.
A este le añadimos lo que daría amargor y aroma a nuestra elaboración. Los lúpulos.
César decidió hacer una APA (American Pale Ale) y para su elaboración usamos lúpulo americanos en flor (hay quien lo usa en pellets).
Añadimos una parte al principio, pasado un rato echamos otra parte y la última nos la guardamos para «el secreto». el dry hopping.
El aroma que salía del barril caliente era embriagador, dulzón y floral a la vez.
Cuando nuestra cerveza estaba cocida, tomamos una muestra para medir su densidad y por medio de unas fórmulas, sacar su nivel de alcohol (ABV).
Nos salió 9%, una burrada para la cerveza que queríamos elaborar que deberia ser de unos 6%, así que hubo que echar mas agua para rebajarla.
Esto ocasionó que nos saliesen mas litros de lo esperado, pero ¿cuando ha sido un problema tener mas cerveza de la cuenta?…
fermentación
Por último, pasamos por unas placas enfriadoras (por las que recirculaban a la par agua fría y mosto caliente) antes de acabar vertiendo el producto en el fermentador.
En nuestro caso se trataba de un cubo (el blanco de la foto) especial para ello en cuya tapa tenía un agujero para colocar después la válvula de presión y un grifo en su base para sacar después el producto acabado.
En este cubo, al mosto le añadimos las levaduras que una vez fermentadas junto al mosto y el lúpulo, será nuestra APA.
También, como dije, añadimos lo que nos quedaba de lúpulo en flor para hacer el llamado «dry hopping».
Y aquí acababa el taller de elaboración de cerveza.
Ahora tocaba hincharse a comer cochino y beberse las cervezas artesanas que habíamos traído….
pero eso es otra historia que, si algún dia me animo, os contaré.
¿Y que pasó con lo que hicimos?
El cubo blanco lleno se lo llevó César para mantenerlo durante un par de semanas (el tiempo de fermentación) a unos 25 o 30 grados.
Después, se dejaría dos o tres días entre 2 o 3 grados para que con el frío se depositasen las partículas en suspensión.
Y pasado ese tiempo, ya estaba lista para embotellarse y beberse.
Por cierto, debo deciros que estaba de muerte. Riquísima, aromática, perfecta…
Bueno, perfecta no era, pero que os voy a decir… para ser mi primera (y única hasta la fecha) cerveza elaborada a mi me lo pareció.
Lástima que no le hice foto y que no estabais allí para catarla.
¡¡SALUD!!
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